viernes, 19 de agosto de 2016

Diez consejos para prevenir la obesidad infantil


Existen múltiples acciones cotidianas que los adultos pueden poner en práctica para evitar la obesidad de los niños

Prevenir la obesidad infantil en diez pasos

De igual forma que los padres siguen criterios concretos a la hora de escoger un colegio o un colchón para su hijo, deberían tener presentes ciertas recomendaciones para prevenir la obesidad.

Los pequeños cambios son poderosos, y sobre ellos inciden todas las entidades implicadas en la salud infantil desde hace varios años. La siguiente lista detalla los más relevantes
Servir raciones adecuadas para la edad del niño. Un estudio reciente ha observado que el tamaño de la plato influye,como en el adulto, en el volumen de comida ingerido por el menor.


1. Tener en el hogar una variedad de hortalizas, frutas y cereales integrales (pan integral, pasta integral, arroz integral, etc.).
2.   Escoger leche y productos lácteos bajos en grasa o desnatados.
3.   Limitar el consumo de carnes rojas o de derivados cárnicos.
4.   Promover el consumo de legumbres y frutos secos.
5.   Retirar de la vista del niño las tentaciones ricas en calorías (lo mejor es no tenerlas en el hogar).
6.  Fomentar la actividad física, sin olvidar que los niños imitan a los adultos: si los padres hacen deporte, los hijos también lo harán. Para prevenir la obesidad, el mínimo de tiempo diario que deberían dedicar los niños a realizar actividades de intensidad de moderada a vigorosa asciende a 60 minutos. Una revisión acaba de comprobar que el sedentarismo en la adolescencia es la norma.
7.  La bebida de elección para calmar la sed debe ser el agua. 
8. Se debe limitar el consumo de azúcar, bebidas azucaradas ("refrescos o gaseosas").
   Diversos expertos consideran que se debería enviar "mensajes claros" a la población
sobre los efectos negativos de dichas bebidas.

9. Restringir a no más de 2 horas diarias el tiempo que los niños dedican a ver televisión, jugar a videojuegos o a navegar por Internet (los menores de 2 años de edad no deberían ver la televisión). 


Fuente: consumer.es

miércoles, 17 de agosto de 2016

La Socialización precoz, una dificultad.

Egocentrismo infantil

De todos los grandes retos que plantea la crianza de los hijos, uno de los que más inquietud genera en algunos padres es la cuestión de cómo enseñar a los pequeños a compartir. Muchos se preocupan sobre todo cuando, en sus primeros años de vida, el niño atraviesa lo que el psicólogo Jean Piaget denominó "etapa de egocentrismo infantil", cuando el pequeño asume que todo el mundo, los objetos y las personas que le rodean, son suyos y él puede disponer de ellos siempre que lo desee. Esta etapa, si bien es más intensa hacia los dos años de edad, puede prolongarse hasta los cuatro o cinco años.

"Compartir no es una cualidad innata del ser humano, sino una actitud y un comportamiento que forman parte del desarrollo psíquico y de la identidad del niño", explica Fernando González Serrano, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (SEPYPNA). Esta actitud forma parte de lo que se llama "conciencia moral", la cual "incluye la idea de cómo nos gustaría ser", añade el especialista.



Durante la etapa del egocentrismo infantil, lo que el especialista recomienda es procurar que el menor viva con intensidad y apego con sus padres y otros adultos, así como también con sus cosas, sin preocuparse por la idea de compartir. De esta manera, el bebé experimenta sentimientos de seguridad y autoestima que le darán fortaleza para su desarrollo posterior.

Una dificultad es que, a menudo, los niños asisten a la guardería y atravesar allí al menos una parte de esa etapa de egocentrismo. En ese ámbito, el menor -además de no estar con su familia- tiene que empezar a lidiar con ciertos valores para los cuales todavía no está preparado. Compartir es uno de ellos.

En ocasiones, el centro escolar propone que los niños lleven un juguete, una posesión propia que les ayuda a superar la separación de la familia. En muchos casos ese juguete puede ser el llamado objeto transicional. Se trata -según la clásica definición del psicoanalista inglés Donald Winnicott- de un objeto material con el cual el pequeño desarrolla una relación de apego y que se convierte en una fuente de placer y de seguridad en momentos en que la madre (o la figura de apego principal) está ausente.

Como es normal en este periodo, los niños no quieren compartir ese juguete. Pero esto no debe ser motivo de preocupación para los mayores. No se debe temer que el pequeño vaya a ser egoísta en el futuro, ni nada por el estilo. En palabras de Fernando González Serrano, quien también es jefe del Centro de Salud Mental Infantil- Juvenil de UribeEspaña, es a partir de los tres años cuando "el niño está mucho más preparado para ir asumiendo los valores sociales, aunque esto no está bien consolidado hasta los cinco o seis".


Fuente: consumer.es


lunes, 15 de agosto de 2016

Cómo enseñar a tu hijo a compartir


Compartir las cosas con los demás no es una cualidad innata de los seres humanos, sino una actitud que el pequeño aprende durante su desarrollo

Claves para acompañar a tu hijo en el camino de compartir.
A partir de los cinco o seis años es, entonces, cuando mejor se puede acompañar al menor en el camino del aprendizaje de compartir. A continuación se enumeran algunas claves detalladas por Fernando González.
  • Aprovechar la socialización. Al pequeño le resulta más fácil compartir con las personas a quienes se siente unido: sus amigos. Luego podrá extenderlo a otras esferas, como los compañeros del colegio, los maestros y profesores, compañeros de deportes, etc.
  • Respetar el derecho del niño a no compartir. González destaca la importancia de inculcar "el concepto de responsabilidad" por las ideas, actos o comportamientos del pequeño. Es decir, que debe aceptar las consecuencias de sus acciones. Más allá de eso, "es crucial respetar que un niño no quiera compartir.
  • Enseñar que a veces los demás tampoco quieren compartir. Este hecho está muy vinculado con el anterior. Así como el pequeño a menudo no desea compartir, tiene que aprender a aceptar que, en ocasiones, el resto de los niños no querrá compartir sus objetos o juegos con él. Estas son situaciones de frustración o marginación, con una inevitable carga de sufrimiento, y a muchos padres les cuesta acompañar a sus hijos en esos momentos. Lo que hay que intentar, indica González, es "trasmitirle con serenidad que lo podrá superar y que esa superación le ayudará en el aprendizaje de la vida social".
  • Encontrar momentos de exclusividad entre padres e hijos. Esta es una forma de "recobrar", en momentos puntuales, el lugar único y no compartido que el niño tenía cuando era bebé. González propone que el cuento infantil puede transformarse en diez minutos antes de acostarse, para conversar sobre lo que él quiera compartir un juego tranquilo (no videojuegos). Contar con esta especie de bien propio e invaluable contribuye a que el pequeño sea más generoso en otros aspectos.
  • Educar con el ejemplo. Siempre que se habla de educar al niño, el primero y más importante de los pasos es que los adultos hagan lo mismo. Los hijos siempre quieren parecerse a sus padres: ellos son sus modelos de conducta. Si su padre y su madre comparten sus cosas, el menor recibirá las mejores lecciones para repetirlo. Y viceversa, ya que, como señala González, "los niños son muy listos para encontrar las contradicciones e incumplimientos de los adultos".
Fernando González Serrano, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (SEPYPNA). 


Fuente: consumer.es

viernes, 12 de agosto de 2016

Consejos para educar las emociones en nuestros hijos


La educación emocional, según los especialistas, es tan importante como la intelectual, en la que se han centrado los sistemas educativos clásicos. O incluso más. De ella depende que las personas adquieran habilidades sociales, aumenten su autoestima, sean empáticas y potencien su fuerza de voluntad. Y, como resultado final, que tengan mejor salud, disfruten más de la vida y sean más felices.

La educación de los niños siempre empieza en casa. Por ello, el primer paso debe consistir en que los padres procuren -en palabras de Navarro- "manejar su ira, sonreír, dialogar y escuchar". La especialista apunta, además, algunas otras recomendaciones para promover la educación emocional de los pequeños. Son las siguientes:
  • Enseñar a pensar en positivo. Para lograrlo, es importante no detenerse solo en las cosas malas y destacar también las buenas, que casi siempre existen, aún en los malos momentos. La educación en positivo es algo que va más allá: consiste en conocer a los hijos, permitirles explorar el entorno, crear con ellos un vínculo afectivo y solucionar los conflictos de manera pacífica.

  • Permitirles vivir el presente. Para los adultos es inevitable recordar el pasado y pensar en el futuro, pero los niños no se detienen demasiado en esos asuntos. Es parte del disfrute de la infancia. Conviene dejarles que aprovechen "los beneficios emocionales de vivir en el presente", asegura Navarro, sin preocuparse demasiado por lo que fue ni por lo que vendrá.
  • No potenciar las enfermedades. Si el pequeño recibe demasiadas atenciones ante dolencias menores, como un resfriado o un dolor de cabeza, le gustará estar enfermo para obtener tales beneficios. La psicóloga destaca la importancia de animarle con expresiones como "es algo sin importancia", "no te preocupes", "pronto podrás salir a jugar con tus amigos", etc. Hay que destacar que la interacción con la naturaleza hace a los niños más saludables no solo en el aspecto emocional, sino también en cuando a lo físico, ya que son más resistentes, más ágiles y sufren menos alergias, entre otras ventajas.
  • Poner especial atención a las palabras. Las palabras "son poderosas y tienen grandes efectos en nuestra vida", destaca Marisa Navarro. Y puntualiza que las palabras con las cuales los adultos se expresan, y el tono -optimista o pesimista- que se les dé, son fundamentales, pues los menores crean su vocabulario a partir de ellas y "acabarán hablando como hablen sus padres, con todo lo que esto puede suponer para su vida".
Fuente: consumer.es


miércoles, 10 de agosto de 2016

El uso prolongado del chupón, ¿qué perjuicios puede ocasionar?


 Aunque sus efectos negativos se revierten de modo espontáneo si se deja el chupete antes de los tres años, los pediatras recomiendan que los bebés lo abandonen a los 12 meses.
  
Hasta qué edad usar el chupón?

El chupón es un objeto muy utilizado en las sociedades desarrolladas, y desde siempre ha sido motivo de discusiones acerca de sus beneficios y consecuencias negativas. Diversos estudios han analizado la cuestión y, en la actualidad, ya se sabe que su empleo no solo no supone perjuicios permanentes para el niño -siempre que se abandone a tiempo- sino que, además, resulta un método preventivo contra el síndrome de muerte súbita del lactante.
Acerca de cuál es la edad máxima aconsejada para dejarlo, no hay un consenso definitivo. En general, se habla de los tres años de edad como fecha límite, ya que las posibles consecuencias negativas producidas durante esos primeros 36 meses se revierten después, a causa del propio desarrollo, de manera natural.


CONSECUENCIAS DE SU USO

Problemas dentales, el mayor riesgo.
El peligro más importante del uso prolongado del chupete son posibles malformaciones dentales. Un estudio publicado por la revista especializada General Dentistry, de la Academia de Odontología General de Estados Unidos, detalla que la succión no nutritiva -la que el niño realiza con la tetina del chupón, con su propio dedo o con otros objetos que se lleva a la boca- modifica de forma paulatina la posición normal de los dientes y, con el tiempo, afecta al modo de morder.

Pero Jane A. Soxman, la autora de la investigación, detalla que, para que eso ocurra, la presión sobre los dientes debe ser el resultado de una succión bastante intensa por parte del pequeño durante al menos unas seis horas al día, esto explicaría que las posibles deformaciones sean naturalmente reversibles.

Sin embargo, si este hábito aún se mantiene hacia los seis años de edad, los problemas que acarrea son numerosos, tal como detalla el especialista Domingo Barroso Espadero:
  • Los dientes centrales inferiores se desvían hacia dentro y los superiores se separan y desvían hacia fuera.
  • Se deforma y estrecha el paladar.
  • Las arcadas dentarias, tanto superior como inferior, pierden la alineación correcta, lo cual da como resultado la llamada "mordida abierta" o "cruzada".
Posibles trastornos en el habla
Hay otros riesgos en el empleo prolongado del chupón, además de los problemas dentales. Según un estudio publicado en 2009 por científicos de Chile y Estados Unidos, los niños que utilizan chupete durante tres años o más, al igual que los que se chuparon el dedo a lo largo de un periodo similar, tuvieron hasta el triple de probabilidades de desarrollar trastornos del lenguaje. Estos trastornos se traducían, sobre todo, en dificultades para pronunciar ciertos sonidos o palabras. Según los investigadores, este problema se derivaría de que, al pasar tanto tiempo con el chupete o el dedo en la boca, hay músculos de esta cavidad que no se desarrollan del modo apropiado.


Fuente: Consumer.es



lunes, 8 de agosto de 2016

Cinco consejos para enseñar al niño a tolerar la frustración


Los padres deben permitir que sus hijos se enfrenten a situaciones frustrantes y que aprendan a solucionarlas por sí mismos.

La respuesta inmediata a todos los deseos del niño o la resolución continua de cualquier problema que se le presente puede tener consecuencias nefastas en el futuro. Enseñar al pequeño a tolerar la frustración y resolverla por sí mismo es, sin embargo, la mejor manera de prepararlo para la vida de adulto. Tal como se explica en este artículo, los padres pueden enseñar a sus hijos a tolerar la frustración con cinco actitudes fundamentales: dejar que se frustre, ayudarlo a encontrar soluciones, fomentar la autonomía, generar confianza y trabajar la paciencia

¿Por qué hay que tolerar la frustración?
A ningún padre le gusta ver a su hijo triste o enfadado, por eso intentan protegerlos de cualquier contratiempo que pueda resultarles doloroso o frustrante. ¿Actúan correctamente?  En ocasiones sí, pero ésta súper protección  llevada al límite puede ser contraproducente, puesto que no dejar que los pequeños se enfrenten a las adversidades y satisfacer todos sus deseos y necesidades al momento les impide aprender a tolerar la frustración.

"No se debe evitar la frustración al niño, sino enseñarle a resistirla", afirma el psicólogo Alfonso López Caballero, autor de la guía 'Todos podemos ser mejores padres' (Editorial CCS, 2001). Según este especialista, la razón es muy sencilla. Es que, aunque no les guste a los progenitores, con toda probabilidad sus hijos tendrán que sufrir muchas frustraciones en la vida y "mejor es que se encuentren preparados", enfatiza López. Acá 5 puntos:

1. Dejar que el niño se frustre.
El primer paso para que los menores aprendan a tolerar la frustración es enseñarles a reconocerla para que puedan identificar su origen y buscar la solución más adecuada. Para esto es necesario que los padres permitan que se den estas situaciones sin dar respuesta inmediata a todas sus exigencias. De este modo el pequeño admitirá que el mundo no se comporta siempre según sus deseos.

2. Ayudarle a encontrar soluciones.
Una vez que el niño se siente frustrado porque las cosas no salen como él hubiera deseado, el siguiente paso es enseñarle que la rabia y el enfado no son la solución más idónea para solventar el problema. El papel de los progenitores consiste en orientar al pequeño en la búsqueda de recursos que resuelvan la situación.
Un ejemplo sencillo: si el niño se frustra porque es incapaz de encajar las piezas de un puzle, en vez de colocar las piezas por él para disipar su enfado, es mejor ayudarle a seleccionar las piezas que encajan y permitir que lo intente de nuevo por sí mismo.
El papel de los padres consiste en orientar al pequeño en la búsqueda de recursos que resuelvan la situación.

3. Fomentar la autonomía e independencia.
La frustración es algo natural, no es una respuesta aprendida. Hasta algunas  sostienen que este investigaciones sentimiento aparece ya en bebés tan solo cuatro horas después de nacer. En este primer periodo de la infancia es lógico que los adultos sean los que den respuesta a sus necesidades, puesto que los pequeños son incapaces de valerse por sí mismos. Pero, a medida que adquieren mayor capacidad de autonomía en sus tareas, es importante favorecer su independencia. Cuanto más autónomo sea el menor en sus actividades diarias, tendrá mayor facilidad y soltura para hacer frente a las situaciones frustrantes y tolerarlas sin un berrinche o rabieta.

4. Generar confianza en sí mismo.
La confianza en uno mismo tiene un papel relevante en el proceso para que el niño aprenda a tolerar la frustración sin ver afectada su autoestima. Si el pequeño se siente capacitado para resolver los problemas y buscar las soluciones adecuadas, le resultará más sencillo enfrentarse a ellos. Los padres pueden colaborar en esta tarea a través del reconocimiento sincero de sus cualidades y la valoración de sus habilidades. Para fomentar su confianza es también importante ajustar sus tareas y actividades a su edad, de modo que el niño no se sienta frustrado con razón por no poder resolver situaciones para las que no está capacitado.

5. Trabajar la paciencia.
Uno de los estudios más exhaustivos sobre la frustración en los menores fue llevada a cabo a lo largo de casi 30 años por el psicólogo estadounidense Walter Mischel. La principal conclusión del experimento de este especialista, denominado "Test de la golosina", es que los niños con mayor autocontrol y paciencia son capaces de tolerar mejor la frustración y el estrés de adultos. La clave está en saber motivar al pequeño y enseñarle que con la espera, aunque sea frustrante, la recompensa a veces es mayor que si actúa de forma impulsiva y descontrolada.

Fuente: consumer.es


sábado, 6 de agosto de 2016

Juegos con mapas: ideas para aprender y jugar al mismo tiempo

Utilizar mapas para desarrollar diferentes juegos con los niños tiene múltiples beneficios. Mientras se divierten, los pequeños aprenden los nombres y la ubicación de países, continentes y mares y, además, se estimula su imaginación y su creatividad. Este artículo enumera una serie de actividades para hacer con mapas, tanto en su formato clásico de papel como en su versión interactiva en Internet o en dispositivos electrónicos. También se explican las ventajas de jugar con una bola del mundo

JUGAR CON MAPAS, UN INCENTIVO PARA SU CURIOSIDAD
Los mapas han fascinado desde siempre a las personas. Al observarlos, la memoria vuela hasta el momento en que se ha estado en el sitio que el dibujo representa, o lo hace la imaginación, fantaseando con el día en que se pueda visitar ese lugar. Como al hablar de imaginación a los niños no hay quien les gane, los mapas se pueden convertir en un recurso y una herramienta para que los pequeños jueguen y se diviertan mientras aprende y, de paso, "recorren" el mundo.

Por otro lado, es indudable que los mapas se han desarrollado y han cambiado mucho a lo largo de los siglos. Desde los antiguos planos en los que se ven monstruos que emergen desde los mares, hasta las fotos satelitales y Google Maps, la cartografía ha recorrido un largo trayecto. Muchos de los materiales creados en ese camino resultan útiles para realizar juegos y actividades con los menores, como los que se describen a continuación.

JUEGOS CON MAPAS DE PAPEL
Los mapas clásicos son, por supuesto, los de papel. Los mapas políticos (los que muestran la división en provincias, comunidades, países, etc.) ofrecen la posibilidad de un juego muy entretenido: acertar el nombre de los diversos territorios. El adulto lo señala y el niño debe decir cómo se llama. 
Una variante consiste en que se le pregunte en qué lugar del mapa se encuentra un determinado lugar y que lo tenga que indicar. Si el mapa incluye los nombres de las regiones, este juego además ayuda a los menores de entre cuatro y cinco años de edad a aprender algunas letras y palabras.


MAPAS INTERACTIVOS DE INTERNET
Las nuevas tecnologías e Internet han multiplicado las posibilidades de diversión y entretenimiento con el uso de mapas. Numerosas webs ofrecen juegos interactivos.

Una de ellas es Pequered, que propone un mapamundi donde hay que señalar el lugar en que se encuentran los países que el juego indica, arrastrar la figura de un país hasta su sitio correcto en el planisferio, acertar qué bandera está situada sobre el país correcto y cuáles en zonas equivocadas, etc.

El portal Educapeques, por su parte, también cuenta con una sección de "Juegos de geografía para niños". Los niños pueden probar allí sus conocimientos sobre países de Europa, capitales, banderas y mares. Hay distintos niveles de dificultad, para que los pequeños puedan avanzar a medida que aciertan. En la web hay, además de la opción "Jugar", otras dos: "Aprender" y "Viajar". Así pueden acceder a datos básicos sobre diferentes regiones y países del mundo.

Fuente: consumer.es


viernes, 5 de agosto de 2016

Aprende a escuchar.....Parte 2

¿Es  posible disciplinar con amor? La respuesta es un gran sí!  ¿Cómo hacerlo?
¨El diálogo es la primera herramiente de crianza,implica que los padres escuchen a sus hijos para poder comprenderlos y recién , a partir de allí, orientarlos, educarlos¨ (Psicólogo Daniel Yépez).


LAS NORMAS EN CASA.- Establece limites claros, que brinden seguridad y le permita un ddesarrollo saludable a tus hijos.  Ejemplos: nadie grita a los demás, no está permitido decir grosería ni malas palabras, o pelear entre hermanos.  Recuerda que los padresn son modelo del comportamiento que desean inculcar en sus hijos.

¿QUE ES PORTARSE BIEN? A los hijos les ayuda saber qué se esoera de ellos.  Sé nyt descriptivo y explicale qué debe entender por portarse bien (por eejemplo, respetar a las personas mayores , a los profesores).
CONSECUENCIAS NATURALES.- Utiliza las consecuencias naturales al momento de corregir. Si él o ella suele olvidar llevar la tarea escolar de ese día, no lo acostumbres a remitírsela al colegio.  Si obeitne una mala nota por su olvido, aprenderá a ser más cuidadoso.

ESTAR PRESENTES .- Fomenta el diálogo con tus hijos, escúchalos;solo así sabras reconocer las necesidades que te están comunicando.  Esto implica jugar con ellos, estar presentes en sus vidad, no solo cubreiendo sus necesidades materiales, sino también participando en los momentos importantes de su vida, de su día a día.


Fuente: El Comercio- revista Viu.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Reglas en casa 2

La autoridad de los padres y el uso de las pantallas.
Bernard AUcouturier, es una leyenda.  Millones de niños se han formado con su terapia psicomotriz, que busca la maduración psicológica del niño a través del movimiento y el juego. 

AUTORIDAD.-  Desde que llega a este mundo, el niño aprende que hay momentos para alimentación, para el baño, para ciertos cuidados y rituales y se acomoda a las normas de casa.  Ese orden debería mantenerse en la niñez. No le entregues las riendas a tu hijo, fija reglas y horarios de estudio, de baño, de ver televisión, de jugar, etc.

RETOMA EL PODER.-  ¿Y si los niños ya crecieron con pocos límites y menos reglas? Retoma la autoridad.  En momentos de calme, coméntale a tu hijo que hay reglas para todos. Los adultos no se pueden pasarse un semáforo en rojo, por ejemplo: los niños deben respetar los horarios.  Reflexionen sobre cómo sería el mundo sin reglas.



¨ME DA PENA¨.-No se trata de tener al hijo castigado toda la semana pero si después de imponer una sanción, cedes al chantaje afectivo y eliminas el correctivo, vuelves a perder autoridad.  No impongas un castigo desproporcionado, plantea algo sencillo, lo importante es el mensaje.

¿Y LOS MAYORES?  .-La relación con los adolescentes suele ser complicada.  Sienten que deben reclamar la autoridad de los padres para sentar las bases de su propia identidad. Ármate de flexibilidad para ejercer la autoridad con adolecentes, concilia para no perder la comunicación.  Por ejemplo, está bien que vaya a fiestas de gente que conoces, pero deben regresar a cierta hora y tú debes recogerlo y llevarlo a casa.  Es tu responsabilidad.

SIN GRITOS.- Cuando los chicos no hacen caso  y se lucen con una pataleta (los pequeños) o desplantes y rebeldías (los grandes), a veces los padres no encuentran mejor recurso que gritar.  Pero gritar destruye, es agresivo, te hace pasar de la autoridad al autoritarismo, rompe la comunicación, elimina la sanción de seguridad del chico.  Puede funcionar cuando son pequeños, pero grandes ya no.  No grites: invierte media hora para escuchar, dar respuestas, reflexionar juntos.


Fuente : El Comercio- Viu -Bernard Aucouturier, creador de la practica psicomotriz.